
España ha sido durantecuatro siglos el imperio, posiblemente más extenso que haya logrado cualquier civilización,en sus dominios no se ponía el sol. Sus posesiones en el continente americanoiban desde Alaska hasta las Malvinas.
Por ello, otras naciones celosasde su poderío, pero que no pudieron igualarse a ella, han tejido una tela dearaña con la que han envuelto ignominiosamente la limpieza de su proceder intentandohacerla odiosa ante los ojos del resto del mundo.
De ahí que haya muchosindocumentados y analfabetos funcionales que, en lugar de molestarse en adquirirconocimientos buscando en documentos originales, se limitan a repetir comopapagayos, rancias y falaces patrañas.
Denigran su civilizaciónen Hispanoamérica. A ella no llegó España como colonizadora, sino comoportadora de conocimientos vigentes enEuropa en aquella época.
Jamás los aborígenesfueron considerados esclavos o inferiores a los españoles. Desde el primermomento del descubrimiento, la Reina Isabel los reconoció como ciudadano hispanosal igual que cualquier otro nacido en la Península, con los mismos derechos yobligaciones.
Prueba de ello es elespléndido mestizaje que se originó.
Los ingleses siempre han tenidocomo inferiores a los habitantes de las tierras que han dominado. De tal maneraque los naturales de las tierras conquistadas por ellos en América del Norte estánrecluidos en reservas y el mestizaje ha sido nulo.
Es conveniente que demosa conocer
¿Qué encontraron los hispanos en lasnuevas tierras?
Salvo los casos de los incas y los aztecas que constituían respectivosimperios que tenían sojuzgados a otras poblaciones, el resto eran tribusdispersas sin ninguna relación entre ellas salvo la guerra y el comercio, casode que lo hubiese.
Eran costumbres bárbaras incompatibles con la civilización europea del siglo XV y siguientes.
Si no hubiesen llegado los hispanos hubiesen seguido con el canibalismo,los sacrificios humanos, la poligamia, la venta de hijas y mujeres, las guerrasbrutales entre ellos y las culturas primitivas.
Se creía que las pirámides de calaveras era una exageración de losconquistadores hispanos para denigrar a los pueblos aborígenes. El soldadoespañol Andrés de Tapia, refirió en 1521 que se había encontrado con una torre,denominada Huey Tzompantli, que estaba formada por más de 60.000 cráneos.
La torre de las calaveras de Tenochtitlan sobre la que Hernán Cortes ysus compañeros contaron miles de historias, se consideraba un mito.
Ambas han sido estimadas, hasta ahora, como un infundio. Pues bien, noes tal, ya que el Instituto Nacional de Antropología e Historia de la ciudad deMéxico ha descubierto recientemente una torre cilíndrica formada a partir demás de 650 cráneos y miles de fragmentos de huesos humanos junto al TemploMayor.
La agencia de información Reuters que es quien da la noticia, hapublicado que dicha torre ha sido encontrada junto a la Catedral Metropolitanade Ciudad de México. Uno de los lugares de culto más importantes del país,tiene seis metros de diámetro y está formada con calaveras de guerrerosrivales, pero también de mujeres y niños.
Posiblemente los españoles quisieran levantar sobre este monumento dehorror y de inhumanidad una catedral católica que purificase el lugar en el quese habían practicado tantos asesinatos y muertes de personas inocentes
Los aztecas decapitaban, como procedimiento general, a las víctimas desus sacrificios humanos. Realizado esto, los sacerdotes, agujereaban loscráneos y los colgaban unos junto a otros formando una torre, que se conocíacon el nombre de “tzompantli”, cuyo objetivo era infundir miedo a sus enemigosque se encontrarían con este tipo de edificaciones cuando atacasen las aldeas.
Se calcula que el número de sacrificios humanos durante un año, entrelos aztecas, alcanzaba la cifra de 100.000. Fray Juan de Zumárraga, primerObispo de México, en una carta fechada en 1524 manifestaba que en Tenochtitlánsacrificaban a sus ídolos más de 20.000 personas cada año y a más de 70.000 entodo el imperio azteca, entre ellos 20.000 niños.
El historiador mexicano Mariano Cuevas cuantificó estos en 20.000 asesinatos anuales en Tenochtitlán y decía que se quedaba corto si las cifras en todo Anáhuac (nombre que los aztecas daban a su imperio), no alcanzaban los 100.000, y añade: “en las vigas y gradas de Mixcoalt, edificio del templo mayor de México, contaron Andrés de Tapia y Gonzalo de Umbría 136.000 calaveras de indios sacrificados. Continúa diciendo: “los mexicas y vecinos aliados vivían en continuas guerras con otros pueblos guerreros, guerras que tenían por exclusivo objeto el cautivar el mayor número posible de sus contrarios para después sacrificarlos».
También añade que los aztecas mezclaban los sacrificios humanos de cautivosy esclavos con las prácticas de canibalismo con los cadáveres asesinados.
Los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia deMéxicocreen haber hallado el Huey Tzompantli, el gran tzompantli de México-Tenochtitlán, mencionado en las crónicas y representado en los códices. Es uno de los que hablaron Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Andrés de Tapia y el fraile Bernardino de Sahagún.
Ceremonia sacrificial
El ritual de la ofrenda era el siguiente: cuatro sacerdotes aferraban ala víctima y la arrojaban sobre la piedra de sacrificios. El Gran Sacerdote leclavaba entonces el cuchillo debajo del pezón izquierdo, le abría la cajatorácica y después hurgaba con las manos hasta que conseguía arrancarle elcorazón aún palpitante para depositarlo en una copa y ofrecérselo a los dioses.A continuación, los cuerpos eran lanzados por las escaleras de la pirámide. Alpie, los esperaban otros sacerdotes para practicar en cada cuerpo una incisióndesde la nuca a los talones y arrancarles la piel en una sola pieza. El cuerpodespellejado era cargado por un guerrero que se lo llevaba a su casa y lopartía en trozos, que después ofrecía a sus amigos, o bien éstos eran invitadosa la casa para celebrar un banquete con la carne de la víctima, sólo bastacomprobar los tapices, o pinturas que se conservan de la época precolombina.Una vez curtidas, las pieles servían de vestimentas a la casta de lossacerdotes.
El autor citado cuenta un sacrificio hecho en 1487, antes de la llegada de los españoles, que en un manuscrito azteca se relata una ceremonia de estas en la que, durante cuatro días, “desde la mañana hasta la puesta del sol, fueron sacrificados ochenta mil cuatrocientos hombres de diversas provincias y ciudades”[. No eran sólo los aztecas, sigue diciendo, los que practicaban estos rituales, también los llevaban a cabo los tarascos, pueblo situado en el actual Michoacán y partes importantes de Guanajuato y Guerrero, los mayas, los zapotecas, los matlacingas, toltecas, totonacas, mochicas muiscas y también los incas.
Pero no sólo tienen importancia los sacrificios humanos, sino quedespués de ofrecer el corazón a sus dioses, consumían los cuerpos de losofrendados, en una horrible práctica de canibalismo.
A partir de 1521 los hispanos fueron, no sin trabajo y esfuerzo,poniendo fin a estas prácticas inhumanas y sanguinarias que de no haberlo hechohubiesen continuado varios siglos hasta que las nuevas tierras hubiesen sidofinalmente descubiertas.
Hoy, utilizando la memez de que es políticamente incorrecto hablar de ello,esta ultraizquierda trasnochada, inculta y periclitada, y algunos movimientosindigenistas, la mayoría descendientes de españoles, intentan ocultar a losautores de estas atrocidades, silenciando lo sacrificios humanos y exhibiendo alos que los perpetraban como heroicos miembros de una resistencia tenaz contrael imperialismo español.
Las recientes excavaciones arqueológicas demuestran la existencia deestos tzompantli por distintas ciudades de los pueblos aborígenes.
Otra de las acusaciones que se vierten contra España, no sólo en laLeyenda negra sino hasta en los medios de comunicación es que losconquistadores expoliaron a los indígenas arrebatándoles el oro, la plata, lasesmeraldas, las perlas, en fin, todas las riquezas, incluido el azúcar, así comocualquier objeto de valor.
Los que defienden estas inexactitudes, en el colmo de su desconocimientohistórico, ignoran que la caña de azúcar procede de la India y que un generalde Alejandro Magno, Nearchus, hablaba de que allí había una caña que producíamiel sin la ayuda de las abejas.
Dicen que fue Cristóbal Colón quien, en 1492, en su segundo viaje, llevóla caña a América, concretamente a la Isla de La Española pero estas cañas noprosperaron.
Sin embargo, hay constancia de que en 1501 fueron introducidas plantasque sí crecieron y llegó el éxito de las plantaciones de azúcar a Santo Domingoy que de aquí se extendió por el Caribe y América del Sur.
Quienes preconizan tal aserto demuestran una ignorancia dolosa, pues nose molestan en buscar la verdad en documentos fehacientes.Losaborígenes no les daban valor monetario a esos metales, porque el comercio queefectuaba era el de trueque, salvo los mexicas que sí tenían como moneda el cacao, es decir, una semilla.
Lo que los europeos considerábamos riqueza, no tenía para ellos valíaalguna, lo utilizaban como adornos por su belleza, y facilidad para sermanipulados o se utilizaban en algunos ritos religiosos.
Para ellos eran más llamativos los abalorios, espejos, cristales, cuentas ycualquier baratija que les cambiasen los hispanos por alguna pieza de oro.
Se admiraban y asombraban al contemplar su cara en una espejo, de forma que tuvieron que explicarle que eran ellos mismos, pues no se reconocían.
Manuel Villegas Ruiz
Bibliografia
Carta de Fray Toribio de Motolinia al Emperador Carlos V.